Antes de iniciar la actividad de tu empresa, te recomendamos que conozcas las diferencias entre el domicilio fiscal y el domicilio social. Es cierto que en algunos casos puede llegar a coincidir pero debes analizar si es lo más adecuado para tu negocio.

Lo único que debes saber para diferenciar un domicilio social de un domicilio fiscal son las gestiones legales que deberás cumplimentar para obtener un domicilio social o un domicilio social y fiscal.

Si deseas establecer una Sociedad Mercantil, tienes que fijar un domicilio social que aparecerá en la escritura que tendrá que verificar un notario para legalizar la situación de tu negocio para que conste como el principal domicilio donde se gestionará la empresa. Habitualmente suele ser el propio domicilio del/la empresario/a o el local comercial que se haya podido establecer para ello. El domicilio que figure en tus documentos legales tan solo puede modificarse desde la escritura pública ante notario, y debe estar siempre disponible en el Registro Mercantil.

Si deseas recibir todas las notificaciones que vienen directamente desde la Administración Tributaria, deberás utilizar también el domicilio fiscal. A diferencia del domicilio social, se modifica cumplimentando el modelo 036 en Hacienda.

¿Cuáles son las ventajas de tener un domicilio social y fiscal en un Centro de Negocios?

  • Privacidad

    A pesar de que el domicilio social es público (se puede comprobar en el Registro Mercantil), lo cierto es que a veces no nos sentimos cómodos teniendo que compartir nuestro domicilio particular de cara a nuestros clientes. A pesar de que la empresa se gestiona operativamente desde éste domicilio, lo cierto es que indicando un domicilio social dentro de una dirección de un Centro de Negocios nos ayuda a elevar nuestro nivel de privacidad separando ambos aspectos de nuestra vida profesional y personal.

  • Versatilidad

    Imaginemos por un momento que recibes notificaciones de Hacienda importantes en tu domicilio particular, pero no hay nadie para poder recibirlas. ¿Te suena, verdad? En éste caso quizás te dejen el aviso para que vayas directamente a la Administración a recogerlas personalmente, implicando en ello un tiempo valioso que probablemente no tengas. La solución que te planteamos es contratar una dirección social y fiscal en un Centro de Negocios. De esta forma, estarás seguro de que las notificaciones de la Agencia Tributaria y la Administración Pública lleguen sin problema al nombre de tu empresa y puedan ser entregadas a tiempo.

  • Desgravar

    Otro de los grandes problemas de utilizar tu domicilio particular como domicilio fiscal y social es la desgravación de algunas facturas. Es común pensar que podremos deducir un porcentaje de la factura de la luz, del agua, de Internet y de otros gastos derivados. Pero Hacienda no tiene forma de garantizar qué porcentaje de estos servicios está relacionado con la actividad habitual de la empresa y qué porcentaje está relacionado con el uso de tus actividades personales. En la mayoría de ocasiones, esta situación obliga a instalar contadores individuales para la estancia que se está utilizando como despacho. Dada esta situación, el gasto de la instalación de dichos contadores no nos saldría demasiado rentable.

  • Comunicación de cambios de domicilio

    Uno de los aspectos que debes tener presente sobre los cambios de domicilio social y fiscal de una empresa es que tienen que ser notificados a la Agencia Tributaria. Pongamos, por ejemplo, que tenemos que contratar trabajadores para nuestra empresa. Como comentábamos al principio, la notificación del domicilio fiscal será tan sencillo como rellenar el formulario 036 de Hacienda apuntando una variación de los datos que ofrecimos en el primer momento. Para hacerlo con el domicilio social, tendremos que volver a ponernos en contacto con un notario para que tenga acceso a las escrituras y las pueda modificar acorde a lo que necesitamos. Por supuesto, en este caso, la gestión tendrá un coste asociado. Por esta razón, es sumamente importante definir el domicilio social definitivo para no derivar en gastos extras en el futuro.