El modelo de trabajo está cambiando de forma acelerada en España. Las necesidades de los trabajadores y los negocios se han simplificado y hoy en día en muchos sectores profesionales necesitas poco más que una mesa, un ordenador portátil, conexión WIFI y una taza de café para pasar tu jornada laboral. Ese es uno de los motivos que explican que en pleno año 2018, existan más de 12.000 espacios de coworking en el mundo. El coworking en nuestro país es más que una moda pasajera, ha venido para quedarse. España se encuentra en tercera posición como el país que más espacios de coworking abre por detrás de Estados Unidos y Alemania.

Tendencias al alza

Según el informe DeskMag del pasado mes de Septiembre, los espacios de trabajo crecen tanto en número como en dimensiones. Actualmente, un espacio de trabajo que tiene alrededor de 80 miembros, utiliza de promedio un área de 800 m ². En comparación con el 2017, el espacio y el número de escritorios han aumentado en más de un 20%.

La localización de los coworkings también ha evolucionado, ya que este año se ha confirmado que no solamente las ciudades grandes tienen este tipo de espacios. El estudio asegura que el 40% de los espacios de coworking están ubicados en ciudades con al menos 1 millón residentes, y por primera vez, una parte creciente de espacios de coworking se sitúan sin en ciudades con entre 100.000 y 1 millón habitantes.

El perfil actual de los coworkers es mixto en cuanto a procedencia, ya que supone entre un 60%-65% de extranjeros y 35%-40% de locales. Tendencia que por otra parte podría revertirse en los próximos años debido al impacto de sectores profesionales en plena expansión.

Aunque el crecimiento del coworking en España pueda asociarse con una burbuja económica debido a un crecimiento acelerado en los últimos años, lo cierto es que el modelo de trabajo de coworking es sólido.

El trabajo: valor añadido

Existen una serie de valores nacidos de la necesidad de fundamentar el propio concepto de Coworking, que desde el año 2005 fueron difundidos por Hat Factory y Citizen Space en Estados Unidos, los padres fundacionales del concepto Coworking.

  1. La comunidad es el centro: el enfoque en la comunidad pone énfasis en las personas y las relaciones que tejen con el resto, simboliza el principio fundamental. El coworking crea un sentimiento natural de pertenencia entre los miembros mediante la interacción permanente que consigue un fuerte componente identitario dentro del Coworking.

  2. Aprendizaje continuo: la comunidad de coworking se entiende como un centro colaborativo donde los miembros transfieren habilidades y comparten conocimientos. El Coworking aporta una percepción objetiva de las distintas actividades profesionales que se desempeñan, ayudando a los expertos a lograr un mayor entendimiento del sector y de sus objetivos empresariales.

  3. Experiencias: se organizan eventos en la comunidad que animan a los miembros a explorar nuevas áreas profesionales para conocer y compartir ideas y dotar de mayor solidez a las relaciones personales. De este modo, la interacción se convierte en un catalizador que atrae ideas y talento. Al fin y al cabo el objetivo del Coworking es compartir experiencias.

  4. Personalidad: espacios singulares y personalidad, en el mundo Coworking no existen dos comunidades iguales, y esto precisamente, es uno de los atractivos para los nuevos miembros ya que existe un espacio a la medida de todas las preferencias, gustos y bolsillos.

Los coworking están en plena efervescencia, con crecimientos anuales muy por encima de la media de otros segmentos. Aunque adelantarnos a lo que ocurrirá puede resultar atrevido, lo que es cierto es que se ha consolidado una fórmula de trabajo muy productiva no sólo para quienes han de desarrollar su actividad desde casa, sino también por parte de empresas y corporaciones que ven en ellos la oportunidad de flexibilizar la gestión de sus equipos.